miércoles, 13 de julio de 2011

Mujer y Neoliberalismo.


Carmiña Navia Velasco

Me parece que el tema que abordamos aquí tiene ciertas dificultades. Las mujeres vinculadas a trabajos populares no estamos muy acostumbradas a dimensionar nuestra vida y problemas cotidianos en el marco de las grandes macrotendencias económicas y políticas. Esto nos exige entonces un esfuerzo para encontrar lo particular en lo universal, y a la inversa.
De otro lado, tampoco es sencillo e inmediato establecer una relación directa entre los caminos bíblicos y la dominación actual del neoliberalismo. Aunque es cierto que algunos biblistas encuentran muy fácilmente relaciones entre nuestro mundo y el de hace veinticinco siglos, no es ni mucho menos legítimo abusar de estas aparentes relaciones. Por ello, iluminar hoy desde la Biblia las consecuencias del neoliberalismo en la vida de las mujeres, exige también de nuestra parte un esfuerzo cuidadoso.
Finalmente, de tod@s nosotr@s es sabido que la economía se resiste a dejarse cruzar por categorías o indicadores de género, y aunque desde muchos sectores, investigadoras e instituciones hacen un esfuerzo para lograrlo, es un camino que apenas se está iniciando.
En este texto vamos a intentar precisamente eso: poner en relación realidades claramente ligadas, pero en apariencia independientes, entre Mujer, Neoliberalismo y Biblia, con el objetivo fundamental de iluminar y apoyar la vida cotidiana de tantas mujeres populares, víctimas de los ajustes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la llamada globalización, un nombre nuevo del viejo imperialismo económico y cultural.


1. Mujer y economía
Los avances en la investigación sobre género, conseguidos especialmente por las mujeres en los últimos años, han logrado una auténtica revolución en las ciencias sociales; no obstante, esta revolución no entra con facilidad en todos los espacios y en todos los dominios. La economía, en su doble dimensión: científica y técnica, es una de las disciplinas que más se resiste a aceptar las implicaciones genéricas que tiene. Es cierto que en las dos últimas décadas se ha avanzado: los encuentros internacionales sobre y de la mujer (Nairobi, Beijin...), las propuestas desde diferentes universidades y las políticas institucionales ligadas al sistema de las Naciones Unidas, han ayudado a ello.
La UNESCO, de modo particular, es consciente de la necesidad de avanzar en términos de la igualdad de oportunidades y de colaboración entre los sexos como condición para construir nuevas relaciones en la humanidad:
Avanzar hacia la equidad y la igualdad de los sexos es una parte importante de la cultura de paz. La cooperación y el diálogo entre hombres y mujeres crea nuevo conocimiento y cambio positivo. Por lo tanto los programas dirigidos a los niños y a los hombres no deben competir por financiación con los programas para las niñas y las mujeres. Los nuevos programas para los hombres no deberían hacerle el juego a la reacción contra la presión femenina en pro de la igualdad de los sexos.1
Sin embargo, las resistencias tienen una historia propia y no han sido aún vencidas totalmente. Haleh Afshar nos habla así de su experiencia en ese terreno:
Puede resultar difícil creer que hubo un tiempo, a principios de los años setenta, justo antes de la primero reunión de Nairobi, en el que la pregunta que se nos hacía era ¿por qué debe el género incluirse en el análisis económico? En aquella época, los economistas estaban convencidos de que la economía trataba sobre la gente en general, no sobre hombres, mujeres o niños...
Parecía extraño, por lo tanto, que un grupo de mujeres insistiera en que el análisis económico debía estar ligado al género.
Por otro lado, todo a lo que hacía referencia la economía en aquella época sí estaba ligado al género, pero al masculino. Era él, el consumidor, quien tomaba decisiones y preferencias racionales. Mientas tanto yo, ella, la mujer irracional, intentaba enseñar, cuidar de mis hijos, sacar adelante mi hogar. Lo que esto significaba en la práctica era que yo, ella, estaba tomando decisiones bastante irracionales a los ojos de la economía masculina 2.
He querido tomar esta cita un poco larga, porque nos introduce muy bien en el tema. Las lógicas masculina y femenina son distintas para todo: para el consumo, la distribución, la producción, las necesidades, las preferencias... Si solamente una de estas lógicas (la masculina) rige la economía, el otro punto de vista, la otra mitad, queda fuera.
Aunque es indudable —como decía— que en términos de Desarrollo, Planificación e Igualdad se han dado pasos, éstos no son ni mucho menos suficientes, de modo particular en los países más pobres, en los que las condiciones de las mujeres son peores y en los que la feminización de la pobreza es un hecho incontrovertible.
Los grandes centros económicos y las universidades más fuertes en ciencias económicas y administrativas, siguen ignorando el carácter genérico de todas sus propuestas y políticas. Un manejo femenino del mundo económico nos daría como resultado tendencias ambientales, productivas, de gasto e inversión, de consumo, muy diferentes a las actuales.
Las mujeres somos cada día más, más conscientes de ello:
Esta imposibilidad de prescindir del cuerpo, construye para las mujeres, una especie de pensamiento material. La mujeres piensan a través de la experiencia de su propio cuerpo, y su teoría, cuando la hacen, nace siempre de la escucha de otros cuerpos. El sentido común dice que las mujeres son incapaces de pensamiento abstracto, son negadas para el llamado pensamiento puro. En efecto si por pensamiento abstracto se entiende un pensamiento que nace del olvido-negación del cuerpo, a las mujeres no les resulta fácil, y la historia lo demuestra3.
La planificación económica realizada en sintonía femenina, no podría dejar de escuchar los cuerpos de aquell@s que tienen hambre, frío, necesidad. Pero las mujeres en general continuamos estando muy lejos de las instancias en las que se toman las decisiones macroeconómicas.
Es cada día más palpable para las mujeres conscientes de su ser y de su subjetividad, que organizaciones estatales que pasen por las manos de la feminidad como opción de vida, cambiarían muchas de las reglas de juego. Cambiarían los patrones de la llamada deuda externa, cambiarían las políticas del FMI, intercambiarían los dineros entregados a las armas y a la guerra con y por los entregados a la educación, alimentación y salud. Es claro que no se trata, ni mucho menos, de cualquier planificadora y/o gobernante de sexo femenino. No basta ser genitalmente mujer, para tener como opción de vida la feminidad. Es sólo desde esta opción, desde donde se puede descubrir un nuevo lugar para mirar la vida.
Economía de las mujeres denomino yo a la economía que no está reducida exclusivamente a la moneda de cambio impuesta por el mercado sino todas las medidas que abarcan la satisfacción de las necesidades de las personas y tienen como objetivo una vida mejor para todos/as 4.
No es sencillo, sin embargo, cambiar la lógica de los grandes centros y eventos económicos. Este es uno de los retos que tenemos las mujeres en el nuevo siglo que comienza.
La primera conclusión que podríamos sacar, casi antes de iniciar nuestra exposición sobre el neoliberalismo, es la urgente necesidad de que las mujeres nos comprometamos con los temas que tienen que ver con la organización socioeconómica en los niveles macro, porque es en ellos donde muchas veces se decide nuestra vida. Como dice Gloria Cuartas:
El costo de no tener una perspectiva política en nuestros trabajos es alto. La no participación de la mujer desde una mirada femenina, en los asuntos políticos, va fortaleciendo más la distancia, no sólo para abordar temas de las violencias, sino otras propuestas, creando mayor desigualdad entre hombres y mujeres. Las prácticas políticas tradicionales nos incluyen, pero sin saberse cómo, también las conquistas nos afectarán o beneficiarán... un cambio que no pase por la mujer, no alcanzará sostenibilidad en el tiempo 5.
Es urgente, no obstante, tener claridad en algo: la economía con rostro femenino debe ser una política que rompa con esas divisiones arbitrarias entre lo macro y lo micro; nuestro aporte económico, nuestra mirada económica debe empezar en la organización de la familia, y llegar hasta la organización del Estado. De momento, el neoliberalismo y la llamada globalización son una propuesta eminentemente masculina. Veamos cómo nos afecta en tanto mujeres, cómo afecta de una manera especial a las mujeres populares, a las mujeres pobres.

2. El neoliberalismo
Creo que hoy no ofrece ninguna discusión la constatación de que en tiempos de crisis uno de los grupos más afectados, sino el más, es el de las mujeres. La crisis originada por la aplicación de las políticas neoliberales no es la excepción.
Para mirar en detalle esta situación, me parece importante señalar en dos direcciones. De un lado, el avance o retroceso de la mujer en relación al hombre, en lo que tiene que ver con niveles de empleo, entradas económicas, cualificación profesional y bienestar social. De otro lado, es necesario señalar que en los ambientes de trabajo popular, la mujer es fundamentalmente la proveedora familiar, es quien tiene que velar por la sobrevivencia de los hijos y en general de la unidad familiar; también es importante mirar cómo la crisis la afecta en cuanto tal.
En lo que respecta al primer aspecto, es claro que a lo largo de la última década, en Colombia, la mujer fue ganando posicionamiento social, aunque éste no siempre se concretó en un mejor estar económico. Se trataba sin embargo de un camino iniciado que ofrecía posibilidades lejanas de un futuro distinto.
Ese leve cambio no puede confirmarse estrictamente con mucha sustentación estadística, pero sí se trata de avances cualitativos que las mujeres percibimos; no obstante, mínimamente podemos dar algunos datos. Si tomamos en cuenta las siete principales áreas metropolitanas del país, vemos que el empleo urbano femenino en diciembre de 1997 representaba el 43% de la totalidad del empleo urbano, mientras que en 1982 era sólo del 36,5%. Además, el 57% de los empleos nuevos, generados entre 1991 y 1997, fueron ocupados por mujeres 6.
Igualmente, si miramos el comportamiento de algunas Bibliotecas Populares de la ciudad de Cali, encontramos que entre 1987 y 1998, el número de mujeres entre los/las socios/as activos/as era mayor que el de los hombres. Esto no está hablando de una salida de la casa y de una mayor participación en el estudio por parte de las mujeres 7.
Pues bien, esta tendencia empieza a revertirse levemente en 1998, para caer de manera definitiva en 1999. La políticas impuestas por el ajuste neoliberal no sólo despojan a todos los trabajadores de gran parte de sus conquistas, sino que expulsan en primer lugar a la mujer de los pocos o muchos beneficios conseguidos en la última década.
Esta imposición económica que recorre el mundo, y muy especialmente Latinoamérica y el Caribe, trae como consecuencia una:
Disminución dramática del empleo y aumento de la pobreza y la exclusión social, altos niveles de concentración del capital y pérdida de los derechos laborales y sociales. En esta economía que Nina López Jones ha llamado economía de genocidio las múltiples necesidades sociales insatisfechas se cargan sobre las mujeres, quienes gestionan la miseria y la sobrevivencia y brindan trabajo gratuito a la familia, a la comunidad y a las campañas clientelistas de algun@s polític@s...8.
Si hablamos de un área como Cali y el Valle del Cauca, nos damos cuenta de que la crisis aguda en que se halla esa región, ocasionada en primer lugar por la caída de la narcoeconomía y en segundo lugar por los recortes neoliberales, afecta de manera principal todo el sector que tiene que ver con los servicios de diferente orden. Y ese sector económico dedicado a distintos tipos de servicios, es un sector cubierto prioritariamente por mujeres; ya no se trata entonces sólo de trabajo mal remunerado, sino simplemente de no trabajo. Nos encontramos con la misma realidad a nivel educativo. Si la familia popular tiene que sacrificar estudios, la primera sacrificada es la mujer, por ello en 1999 la participación femenina en las Bibliotecas Populares, cae.
Esto nos lleva a la agudización de una situación permanente:
Los resultados encontrados con los índices de bienestar muestran un panorama crítico para las mujeres colombianas, tomando como referencia los 33 departamentos; el 94% de las mujeres se encuentran en situación regular y extremadamente deficiente en salud. En educación y empleo el 66% se ubica en condiciones entre deficientes y extremadamente deficientes. Vivienda es el sector en que mejor se encuentran con 40% en situación buena y excelente. Con el índice de bienestar total que se construye a partir de los anteriores, se tiene que el 15% de las mujeres se clasifica en buenas condiciones y la situación del restante 75% está catalogado entre regular y extremadamente deficiente 9.
En los momentos de crisis o hundimiento, los sectores sociales más débiles son los más golpeados, entre otros motivos porque su capacidad de negociación es menor. Si sobre la espalda de la mujer popular recae en gran medida la responsabilidad social de su familia, sobre ella va a recaer no sólo su propio hundimiento como género, sino la crisis familiar. Esta realidad, que es registrada por nuestro ojo y nuestra experiencia empírica, es corroborada igualmente por la investigación:
El nivel de vida de las esposas puede ser más bajo que el de los maridos, y el de las niñas más bajo que el de los niños. Sin embargo son generalmente las mujeres quienes tienen la responsabilidad de velar por los miembros de la familia en relación a los alimentos, los cuidados, el vestido, etc., y la obligación de satisfacer las necesidades de los/las hijos es mayor que la de los hombres. Son las mujeres las que deben buscar estrategias de supervivencia cuando caen los ingresos y suben los precios 10.
En este esfuerzo de sobrevivencia, personal y familiar, muchas veces sobrehumano, la salud física y mental de las mujeres se afecta, sin que ello quede registrado en ninguna estadística 11. Una disminución notoria en las condiciones populares de vida, repercute directamente en una carga adicional de estrés en la mujer y por tanto en la posibilidad de su desempeño normal, en su calidad de vida y en sus expectativas frente a ella.

3. Buscando estrategias
En medio de esta realidad dolorosa y cruel y de esta economía genocida, hay algo que podemos afirmar con claridad y sin temores: el neoliberalismo no va a derrotar a la mujer de nuestro pueblo, así como no la ha derrotado nunca la larga historia de dolores y angustias que le ha tocado sobrellevar.
La mujer, en medio de su desesperación, inventó mucho tiempo antes que los sociólogos la estrategia del rebusque. La mujer popular no participa en los grandes foros económicos, pero es una excelente administradora de la carencia y de la deuda cotidiana; sus estrategias van siempre más allá de la capacidad del capital para robarla, para aniquilarla.
Porque en medio y más allá de las grandes luchas por el poder, la mujer del pueblo ha desarrollado, como dice Ivone Guevara, su propio poder:
En primer lugar llamo poder a lo que para las mujeres pobres es sencillamente capacidad de vivir; capacidad de apelar a las diferentes energías disponibles para existir, para sobrevivir, para vivir. Es el poder como poder de vida, como apego, como deseo profundo de continuar existiendo, luchando contra las diferentes amenazas de muerte en una cotidianeidad sin gloria.
Las mujeres de nuestros barrios han ido gestando desde su práctica y sin ser muy conscientes de ello, un
Poder como capacidad de organizar la vida, de encontrar salidas, de arreglárselas creando pequeñas alternativas y continuar así, hacia delante, tocando la vida 12.
De la casa a la tienda, de la tienda a la escuela, de la casa a los centros de administración barriales, la mujer despliega esa capacidad y casi mágicamente, o por lo menos más allá de la captación y organización racional de la vida, convierte la nada en algo, la carencia en posibilidad, el hambre en comida. La mujer popular sabe de renegociar las deudas más que cualquier institución estatal. Por ello no va a ser derrotada ni por la globalización, ni por el neoliberalismo.
Es necesario entonces que busquemos las estrategias de lucha contra los reajustes y las imposiciones del FMI o del Banco Mundial, en la misma dinámica popular, porque solamente con esa solidaridad podemos contar hoy, en un mundo de desagregaciones.
Existe una episteme popular, un modo de conocer no aceptado por la modernidad, devaluado, marginado, reprimido, sometido al poder del modo de conocer dominante. De esta espisteme emana un saber popular en funcionamiento y desde ella es posible elaborar una ciencia del hombre y de las cosas, distinta 13.
Es necesario, entonces, mirar la relación mujer/neoliberalismo, no únicamente a partir de las consecuencias de la exclusión, el hundimiento y la feminización de la pobreza, sino también desde la capacidad femenina de respuesta y resistencia. En este sentido vamos a buscar en la Biblia una iluminación, siendo conscientes de que mujeres fuertes, mujeres que le han hecho frente a la vida y han conquistado y cuidado el pan para los suyos, han existido siempre.

4. La mujer fuerte 
Ya lo decía al iniciar: la Biblia ilumina nuestra vida de creyentes, sin embargo no es legítimo establecer relaciones mecánicas, inmediatas y fáciles con ella. Trataré por consiguiente, en primer lugar, de enmarcar los textos comentados en el mundo al que pertenecieron, porque es desde ese mundo desde donde nos pueden hablar a nosotr@s hoy. 
Creo que esta reflexión acerca de las relaciones entre la mujer y el neoliberalismo, que es en última instancia una reflexión sobre la relación entre la mujer y la economía, puede ser iluminada en gran medida por algunos pasajes bíblicos en los que la mujer protagoniza el discurso o la acción.
El primer pasaje o texto escogido es el de Proverbios 31, 10-31, calificado por much@s como uno de los poemas más bellos de la Biblia (ver anexo). Tenemos pues que enmarcarlo en la tradición sapiencial, una tradición que nos ayuda a develar toda su riqueza.
La literatura sapiencial ocupa un lugar especial en la tradición bíblica, pero no igualmente en la lectura que hemos hecho de La Palabra. Por lo general no hemos valorado mucho esta literatura, no la hemos entendido, no hemos hecho un buen contacto con ella. No obstante, sus cercanías con la cultura popular son mayores de lo que en un primer momento podemos pensar.
Hay cosas en esta tradición muy interesantes, las cuales quiero señalar. La primera de ellas es su carácter no obligatorio, por llamarlo de alguna manera. La literatura sapiencial no se presenta al lector y/o al pueblo mismo como una ley con carácter de obligatoriedad jurídica o sagrada. La práctica de la sabiduría no es exigida, simplemente es un ofrecimiento, un llamado, un consejo. Luis Alonso Shökell, en su comentario, habla de una oferta de sensatez, una oferta de cordura 14.
La sabiduría en el Antiguo Oriente, y por ende en Israel, es una actitud ante la vida, un conocimiento práctico que sirve al hombre y a la mujer para saber moverse, saber hacer en la maraña de la vida cotidiana:
A Israel, como todos los pueblos, entendía por sabiduría un conocimiento práctico de las leyes de la vida y del universo, basado en la experiencia. La palabra hebrea que nosotros traducimos por sabio, sabiduría, significa en primer lugar la competencia, la pericia, por ejemplo, de constructor de navíos, de forjador de metales, de un consejero político, etc. Partir de las experiencias más elementales es una característica de casi todas las afirmaciones sapienciales sobre la vida. En todos los estadios culturales, el hombre se enfrenta con la tarea de dominar la vida, para eso debe conocerla, no puede dejar de observar y afilar sus oídos para ver si entre la maraña de los acontecimientos aparece por alguna parte alguna ley o algún orden constante.
Se podría hablar de un arte de vivir, o en todo caso de una cierta técnica de la vida, a la que estas sentencias quieren servir 15.
Una vez establecidas algunas características del tono y las propuestas de la literatura sapiencial, nos es más fácil tratar de comprender su origen. No es simple hacer generalizaciones, puesto que no es lo mismo pensar en el origen último de un libro como Proverbios, que pensar en el origen de textos tan distintos a éste y tan complejos como Job y/o Eclesiastés. En el caso concreto que nos ocupa, el libro de Proverbios es antes que nada una colección de dichos o refranes populares, muchas veces atribuidos a Salomón, el rey sabio; la última edición o estructuración del libro es postexílica, de alrededor del año 200 a. C. Aunque algunas colecciones pueden remontarse a tiempos anteriores a Salomón, es claro que no se puede adjudicar a él la autoría; se trata únicamente de un caso de sinonimia como hay tantos en la Biblia.
Este texto atraviesa muchos siglos de la historia de Israel y acompaña su caminar, permaneciendo siempre nuevo y siempre vigente. Este tipo de sabiduría, como casi toda la literatura que permanece en la memoria de un pueblo, tiene un origen popular. Así lo reconocen la mayoría de los investigadores:
Generalmente los autores no tienen inconveniente en conceder que la antigua sabiduría, en su fase oral o preliteraria, se enraíza en el humus del pueblo... Cl. Westermann, hablando del proverbio dice que el lugar original ciertamente no es la colección, especialmente en pueblos primitivos o que no saben leer, sino la vida. En ella, de hecho, se aprende cada día a sortear los peligros que nos acechan, a aprovechar toda ocasión oportuna, a utilizar debidamente el tiempo y nuestras cualidades, a descubrir el valor de las cosas, el sentido de los acontecimientos y de la vida misma. Todo esto y mucho más, con la experiencia queda para siempre grabado no en piedra o madera, sino en dichos fáciles y breves que el pueblo sabe apreciar y conservar.
La vida, sin embargo, es un concepto y un campo muy amplio, por lo que los autores concretan más, al hablar del origen de la Sabiduría popular. El hogar familiar es el lugar primigenio donde nace y se desarrolla el individuo humano. Así también en el hogar tiene comienzo su adiestramiento en la vida, es decir, la sabiduría...16.
Si realizamos una lectura detallada y seguida del libro, nos encontramos con propuestas prácticas ante la vida que tienen directamente su raíz en la vida cotidiana de los pobres, del pueblo, de la familia: “escucha hijo mío la instrucción de tu padre y tu madre...”. La sabiduría no está encerrada en la corte, en palacios o en salones; la sabiduría circula libremente por la ciudad,
...clama por las calles, por las plazas alza su voz, llama en la esquina de las calles concurridas, a la entrada de las puertas de la ciudad... (1, 20-21).
Hay entonces una relación clara, innegable y dialéctica entre sabiduría y vida popular. Cada una se alimenta de la otra constante y permanentemente, tal vez por esto mismo la sabiduría no se impone como ley. Es en este conjunto de tradiciones populares donde nos encontramos con un canto a la mujer, a un tipo concreto de mujer. ¿Quién es ella?, ¿qué nos puede decir a nosotr@s en nuestro tema? Intentemos mirarla. L@s invito a mirarla con ojos nuevos, porque nuestra mirada a este texto está viciada por siglos de interpretación patriarcal.
Este canto aparece en continuidad con los consejos de una madre a su hijo. No hay nada en el texto que indique que la emisora del mensaje haya cambiado, se trata entonces de la visión de una mujer sobre su congénere ideal. Es necesario insistir una vez más, en que las mujeres somos las más capaces para vernos/descubrirnos y valorarnos a nosotras mismas. Se trata de una mujer que se registra como valiosa; por ello se compara con las piedras preciosas, por ello mismo se resalta el valor o la suerte de hallarla. Su valor se define antes que todo, su valor no se pone en duda.
Ese valor se despliega y abre de inmediato en el poema, fundamentalmente a partir de dos núcleos sémicos:
—La mujer productora y administradora económica.
—La mujer que vela por la vida y el bienestar de su unidad familiar.
Los versículos 13 al 19 nos dan una imagen de mujer recursiva que busca aquí y allá, trabaja con sus manos, se asesora e invierte; en última instancia, la mujer que se rebusca el dinero y vela porque éste no falte en la unidad familiar. No se trata de una imagen convencional en la que la mujer solamente trabaja en tejidos e hilados. El texto nos habla de importaciones, de plantíos, de compra y venta de terrenos, imágenes que provienen de una cultura agraria, pero que muestran una actividad económica que trasciende los límites de una hacienda pequeña. Es la mujer economista que prevé, y en esa medida le gana la partida al futuro.
En los versículos 13 y 21 se nos muestra a la misma mujer atendiendo su casa y su familia, velando por el bienestar y la subsistencia. La mujer proveedora en cuya espalda reposa el conjunto de la vida cotidiana. Esa vida que es la que permite después cualquier otra actividad y/o posibilidad.
No pretendo desconocer que el texto habla en dos ocasiones de la gloria y el descanso que para el marido supone esta mujer. La vida cotidiana de las mujeres israelitas —y más todavía de las del pueblo— está atravesada por la vida matrimonial. Una mujer sin hombre, en esta organización social patriarcal, no es afortunada, no es bendecida, y por tanto no es digna de alabanza. No obstante, el poema en su conjunto logra enfocar claramente a la mujer por ella y en ella misma. Sus características, cualidades o virtudes surgen de ella con fuerza singular, no se las da su marido. El proceso es al contrario: él se ve beneficiado por ella.
Si ponemos este texto en relación con el relato de Rut, tenemos otra cara de la misma moneda. En el poema se ha cantado a esta mujer en abstracto, en la historia de Rut esa sabiduría y esa fortaleza femenina se han encarnado en un personaje en concreto.
Rut asume el destino de su suegra, mujer sola y desamparada, y desde su capacidad de vida y de trabajo organiza la subsistencia de esta pequeña unidad familiar. No se trata de una mujer que tenga hacienda, no dispone de medios para invertir o comprar o plantar; únicamente cuenta con la fuerza de sus brazos, con su capacidad de entrega y de trabajo. Es en este contexto, que la palabra de Rut adquiere todo su sentido:
 Iré donde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras y allí seré enterrada... (Rut 1, 16).
Rut se desempeña entonces como una jornalera en el campo. Pasa el día recogiendo espigas, para alimentarse y alimentar a su anciana suegra viuda. Rut enfrenta el exilio, el desplazamiento, la pobreza; enfrenta los posibles decires o no decires del pueblo en el que vive; enfrenta las faenas reservadas a los hombres, el sol, el hambre, el frío. Valientemente desarrolla la que considera su única posibilidad. No quiere convertirse en carga para nadie, tampoco puede o quiere permanecer ociosa. Asume pues la tarea económica desde sus posibilidades: trabajar para otro.
Esta mujer es exaltada en el relato. A lo largo de la acción la narradora* cuida muy bien de explicarnos que la protagonista es premiada. Doblemente premiada: tiene un marido rico que la va a proteger y tiene un hijo que va a consolar su vejez y la de Nohemí. Podemos imaginarnos el futuro de Rut, ya poseedora de una hacienda: será como el de la mujer valiosa de la que nos habla Proverbios. Podemos concluir que quien cantó a la mujer fuerte en el poema que miramos, tenía en su horizonte algunas mujeres como Rut.

La mujer popular (algunas conclusiones)
Ahora cualquiera de ustedes que me lee, puede sacar más fácilmente que yo las conclusiones. La mayoría de las mujeres que habitan nuestros barrios, son también estas mujeres valiosas de las que nos hablan los textos bíblicos. Mujeres víctimas del desplazamiento y el abandono, mujeres capaces de jugarse su vida, su tiempo, su salud, su cuerpo, para lograr la vida y el bienestar para los suyos.
Cualquiera de nuestras mujeres populares: “Se levanta antes de que amanezca y trabaja hasta tarde...” (Prov. 31, 15.18), para proveer de vida y posibilidades a sus hijos/as, a sus compañeros, a sus padres. A ninguna de ellas le pasa por la cabeza rendirse ante la evidencia o asumir como imposible lo que para nuestras racionalidades occidentales resultaría imposible.
Volvamos a leer a Ivone Guevara:
[Las mujeres pobres tienen poder] Poder como capacidad de encontrar nuevas formas de organización con vistas a una vida cualitativamente mejor: grupos artesanales, cooperativas, pequeños comercios, etc. Todo eso es poder como capacidad de vivir, como posibilidad de transformación, aunque a un nivel bastante limitado y no revolucionario según nuestras teorías... 17.
Esto nos sitúa en el inicio de estas reflexiones: el neoliberalismo echa sobre la espalda de las mujeres su carga de explotación y exclusión, pero por eso mismo las mujeres adquieren nueva fuerza en el diseño y la práctica de sus estrategias de sobrevivencia. Los barrios populares, en esta época de hundimiento y escasez, multiplican sus redes de solidaridad y se llenan de pequeños espacios en los que las mujeres buscan los mínimos recursos para sobrevivir.
La Globalización y el Neoliberalismo pretenden acabar con la vida de los pobres, de los excluidos. Los poderosos de la tierra quieren el mundo solamente para ellos, sin embargo no han contado con la mujer fuerte que desde cada esquina y cada rincón del planeta, desde cada barrio popular de las ciudades globalizadas, les va a hacer frente y va a defender su derecho y el de su familia a habitar en esta tierra iluminada en las noches por la luna, símbolo ancestral del poder vitalizador de las mujeres.
Creo que Fray Luis de León, cuando escribió su Perfecta casada e interpretó el poema de Proverbios, no había tenido nunca la suerte de pasearse por nuestros barrios, ni había conocido de cerca a ninguna mujer de las que habitan las ciudades de América Latina y el Caribe, Asia o Africa.

Anexo
Una mujer valiosa y hacendosa ** ¿quién la hallará?
Es mucho más valiosa que las perlas.
En ella confía el corazón de su marido y no será sin provecho.
Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida.
Adquiere lana y lino y los trabaja con manos hacendosas.
Es como nave mercante que importa el grano de lejos.
Se levanta cuando aún es de noche para dar de comer a sus criadas.
Examina un terreno y lo compra, con el fruto de sus manos planta una viña.
Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos.
Aprecia el valor de sus mercancías y aun de noche no se apaga su lámpara.
Toma con su mano el huso y sostiene con la palma la rueca.
Abre sus brazos al necesitado y extiende su mano al pobre.
No teme al frío ni la nieve porque todos los suyos tienen vestido doble.
Confecciona mantas para su uso y su vestido es de lino y púrpura.
En la plaza su marido es respetado, cuando se sienta con los ancianos del País.
Hace túnicas de lino y las vende, entrega al comerciante ceñidores.
Se viste de fuerza y dignidad y se ríe del día de mañana.
Abre su boca con sabiduría y su lengua enseña con bondad.
Está atenta a la marcha de su casa y no come su pan de balde.
Sus hijos se levantan para felicitarla, su marido proclama su alabanza:
Muchas mujeres realizaron proezas pero tú las superas a todas.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la mujer temerosa de Yhwh, 
ésta será alabada.
Cántenle por el éxito de su trabajo, que sus obras se alaben en la plaza.
 

Notas
1 UNESCO, Roles masculinos y masculinidades desde el punto de vista de una cultura de paz. Reunión del Grupo de Expertos, Oslo, 1997.
2 Halef Afshar, “Mujeres y desarrollo, una introducción”, en Paloma de Villota (editora), Globalización y género. Madrid, Editorial Síntesis, 1999.
3 Alessandra Bochetti, Lo que quiere una mujer. Madrid, Cátedra, 1996.
4 Ina Praetorius, “Pensar la economía más allá del orden androcéntrico”, en Pilar de Miguel (editora), Europa con ojos de mujer. Estella (España), Editorial Verbo Divino, 1996.
5 Gloria Isabel Cuartas Montoya, Hablando desde nosotras, para definir un nuevo acuerdo. Retos al siglo XXI. Ponencia en el Encuentro sobre la Mujer Hispanoamericana de cara al siglo XXI. Universidad de Salamanca, mayo de 1998.
6 Datos tomados de Marta Luz Henao y Aura Yaneth Parra, “Mujeres en el mercado laboral”, en Departamento de Planeación Nacional, Género, equidad y desarrollo. Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1998.
7 Datos tomados del Archivo Gráfico del Centro Cultural Popular Meléndez. Cali, enero de 2000.
8 Marta Fontela y Magui Belloti, Feminismo y neoliberalismo. Internet: Creatividad feminista-La Correa feminista (citan a Nina López Jones, Trabalho não remunerado. Cuadernos del CIM, Mujeres, igualdad y desarrollo).
9 Lía Guterman, “La mujer en la industria manufacturera”, en Género, equidad y desarrollo, citado en la nota 6.
10 Joan Robinson, “Globalización de la economía y justicia económica”, en Globalización y género, citado en la nota 2.
11 Esta estrecha relación entre la vida cotidiana de las mujeres y su salud, ha sido estudiada en AA. VV., El malestar silenciado. La otra salud mental. Santiago de Chile, Isis Internacional (Ediciones de las Mujeres No. 14), 1990.
12 Ivone Guevara, Levántate y anda. Algunos aspectos del caminar de la mujer en América Latina. México D. F., Ediciones Dabar, 1995.
13 Alejandro Moreno Olmedo, El oro y la trama. Caracas, Centro de Investigaciones Populares, 1984.
14 Luis Alonso Schökell y J. Vílchez, Proverbios (Texto y comentario). Madrid, Ediciones Cristiandad, 1984.
15 Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento (Volumen I). Salamanca, Ediciones Sígueme, 1978.
16 Luis Alonso Schökell y J. Vílchez, obra citada.
* En la teoría y crítica literaria bíblica se da por supuesto siempre que en los relatos hay narradores (en masculino). Considero que esto hay que cuestionarlo, en vista de que únicamente una voz narrativa femenina puede explicitar algunos aspectos y sentires de la vida de las mujeres.
17 Ivone Guevara, obra citada.
** Para determinar el adjetivo que define en última instancia a esta mujer, el adjetivo primario que define los demás, he consultado nueve versiones o traducciones bíblicas en castellano y una en francés: las Biblias de Jerusalén, Schökell, Francisco Cantera y Manuel Iglesias (BAC), Dios habla hoy, La Casa de la Biblia, la TOB ecuménica, la traducción de Fray Luis de León... Cada traductor pone una palabra distinta, y algunas muy variadas. Los adjetivos usados, entre otros, son: fuerte, hacendosa, ejemplar, completa, virtuosa, valiosa, valerosa, perfecta, “de carácter”, de valor.
Shökell, en su comentario a Proverbios, dice: "El calificativo es muy ancho, hyl puede significar fuerza y riqueza y otras cualidades. Fray Luis traducía mujer de valor y desarrollaba el contenido plural del término: 'quiere decir virtud de ánimo y fortaleza de corazón; industria y riquezas y poder y aventajamiento, y finalmente, un ser perfecto y cabal'. Más tarde una traducción mimética del latín ha producido la expresión mujer fuerte, referido a la entereza, no a la fuerza física, sino a la virtud cardinal de la fortaleza. El texto del poema, yo creo, que nos encamina en otra dirección".
Nos encontramos, a mi juicio —como en otros casos—, con una expresión intraducible, en la que el término hebreo polisémico nos exige un conjunto amplio y abierto de semas en castellano para lograr una aproximación. Creo que la mejor opción es asumir varias palabras, debido a la dificultad de hallar en una sola toda la fuerza del original.

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